MORFOLOGÍA DEL PRE


Extraído del libro EL CABALLO ESPAÑOL de Juan Carlos Altamirano, el cual recomendamos.


1. LA CABEZA


El reglamento de la raza:
“Cabeza de longitud media y rectangular, enjuta, de perfil frontonasal de subconvexo a recto, en sus diferentes gradaciones”

1.1  El perfil frontonasal
1.2  Los Ojos
1.3  Las Orejas
1.4  Los Ollares
1.5  La boca
    El Barbejo
    La Lengua
    Los dientes
1.6 La cara

1.1 El perfil frontonasal


Esta denominación define la forma de la frente y la parte nasal de La cabeza. Precisamente, su forma es uno de los temas más polémicos en la actualidad con relación al caballo español. La base de esta discusión es la creencia de que una raza de caballos solo puede presentar un tipo de perfil y con un grado exacto de curvatura o rectitud. Mientras que unos defienden que debe ser "subconvexo", tanto en la parte frontal como nasal, otros mantienen que hay tres tipos según el grado de curvatura:
mínimo, medio y máximo; para algunos, debe ser subconvexo pero solo en el grado "mínimo", y para otros "medio" al que denominan "clásico"; incluso, es propugnado el perfil "recto" como el de mayor pureza (perfil este que se defendía en el anterior Reglamento de la raza española). 


URANIO, POTRO DE LA YEGUADA MAIPE. CARTAGENA


COSTOSA, POTRA DE LA YEGUADA MAIPE, CARTAGENA

Asimismo se ha expuesto de forma generalizada que el perfil convexo, más conocido por el nombre de "acarnerado", no corresponde al caballo español pues, según dicen, se debe a unos supuestos cruces de la raza española con caballos importados de Europa a principios del siglo XVII; pero esta teoría, como expuso Juan Carlos Altamirano en su libro Historia y origen del caballo español, carece de toda fiabilidad.

COMPRADO, POTRO DE LA YEGUADA MAIPE, CARTAGENA

TAMARINDO, POTRO DE LA YEGUADA MAIPE. CARTAGENA

De forma casi unánime, diversos autores han defendido que el caballo español debe su morfología al medio geográfico andaluz y a las correlaciones naturales que le impone el tipo de frontonasal. En la actualidad se debate sobre la zona geográfica de procedencia de los diferentes tipos de perfiles que aparecen en España; para unos son los países europeos, para otros los orientales, etc. Si realmente pudiéramos enmarcar geográficamente cada uno de los perfiles, como mantienen estos autores en sus teorías, y si realmente el caballo español debiera su morfología a la correlación con el tipo de perfil, entonces cómo se puede defender, a la vez que su morfología es consecuencia del medio geográfico andaluz? Porque lo lógico, siguiendo esa misma teoría, sería afirmar que se debe al medio geográfico del lugar de donde proceda el tipo de perfil frontonasal defendido y no de la región andaluza.

ESTUDIANTE, SEMENTAL DE LA GANADERÍA DE PEDRO DE CÁRDENAS ÉCIJA (SEVILLA)


POTRA DE LA GANADERIA DE JORDI CASTELLÀ (BARCELONA)

Sabemos que el perfil cefálico, en ocasiones, suele coincidir con la forma, dirección de los aplomos y con determinadas características morfológicas. Pero intentar por ello defender una supuesta pureza racial a través de la correlación de la morfología con el perfil frontonasal, cuando el ser humano lleva interviniendo en su selección desde hace miles de años no es coherente.

Los estudios realizados sobre las correlaciones existentes entre determinados caracteres y los tipos de perfiles en los équidos han sido aplicados ingenuamente a la morfología que presenta el caballo español cuando, como se ha señalado, estos estudios se realizaron superponiendo los conceptos de raza y subespecie. Las conclusiones de estos trabajos, si realmente fuesen ciertas, serían atribuibles, como mucho, a la especie o subespecie que existía antes de ser manipulada por el hombre. Además, las correlaciones que aparecen a través de la selección natural ocurren sobre todo desde el punto de vista global de la especie y no desde la individualidad de sus miembros. Precisamente la variabilidad genética de las especies (heterocigosis) ha sido utilizada frecuentemente por el hombre para conseguir razas dispares:

Resulta muy fácil para el hombre, si lo desea, distorsionar genéticamente las posibles correlaciones naturales que puedan aparecer, porque, su intervención en la reproducción, puede cambiar fácilmente las normas que algunas veces, se dan en la naturaleza. Si se piensa que ni en la reproducción en libertad se manifiesta siempre la correlación, menos aún surgirá cuando el hombre ha intervenido, desde hace miles de años, seleccionando bajo unos determinados parámetros. Por ello, es posible observar caballos con el perfil subconvexo, cóncavo o recto que presentan el mismo tipo de grupa, forma de corvejones, dorso, cuello, nacimiento de cola, etc.

HONORABLE, SEMENTAL DE EQUUS BALEARIC, PALMA DE MALLORCA

POTRO DE LA GANADERÍA DE SALVADOR CORTÉS GARCÍA. FUENGIROLA (MÁLAGA)

No parece muy coherente defender que todos los miembros de una raza de caballo deban tener exactamente iguales todas las partes de su cuerpo, y en el caso de que presenten diferencias culpar al mestizaje de las mismas. No debemos olvidar que la total similitud morfológica solo aparece en los animales clonados y en el momento del nacimiento ya que, posteriormente, pueden variar entre ellos por cualquier enfermedad que contraigan, distinta alimentación, ejercicios, etc.

Generalmente, la mayoría de las razas presentan variadas formas para cada rasgo y no se puede atribuir al mestizaje la aparición de características distintas dentro de una misma raza. Precisamente, en la frecuencia de la aparición de un rasgo es en lo que, generalmente, se basa el ser humano para crear nuevas razas. El hombre usa la variabilidad genética de los animales, en este caso la de los caballos, para conseguir tipos que le sean de utilidad.



Resulta llamativo que muchos autores, para defender el supuestamente verdadero Perfil frontonasal que debe tener el caballo español, documenten su teoría generalmente con Pintura rupestres previamente seleccionadas. Pero, si se quiere mantener una tesis a través del estudio de las de las pinturas prehistóricas, no se pueden presentar solamente las que interesan y omitir al resto que, precisamente, muestran tipos distintos a los elegidos: en esas cuevas de donde extraen los dibujos de caballos con el perfil que quieren defender hay todo tipo de perfiles: convexo, subconvexo, rectos e incluso cóncavos. Y, lógicamente, estas pinturas son anteriores a cualquier invasión árabe o importación de caballos centroeuropeos. También conviene recordar que la pintura prehistórica no puede ni debe ser utilizada como el dato indicador del tipo de perfil que le corresponde al pura raza español. El artista prehistórico no quería exponer los matices por los que distinguimos hoy a nuestra raza. Se limito a dibujar de forma esquemática individuos de la especie equina existente en su medio y, como se ha señalado, esos animales presentaban diversos tipos de perfiles.


(…)

Sin embargo, otras personas como el rejoneador Angel Peralta no comparten estas ideas y afirman, sin demostrar, que el caballo español ya existía en la época terciaria:

“El análisis escueto y clarificador de sus orígenes desde la época terciaria a la actual, sin lagunas en el tiempo ni en su evolución..."

El caballo español nació en la segunda mitad del siglo XVI y llego a su máximo esplendor coincidiendo con la denominada cultura del Barroco. Este estilo en el que predomina la curva y la magnificencia de sus formas influyo decisivamente en su configuración definitiva y más concretamente en la de su perfil frontonasal.
Con relación a la teoría de los perfiles expuso Juan Carlos Altamirano en su libro, citado anteriormente, que:

"El caballo español llego a su auge como raza coincidiendo con lo que se ha venido a denominar la cultura del Barroco. Del mismo modo que este estilo arquitectónico y pictórico -utilizado por la Iglesia en sus templos- impresionaba y sobrecogía al pueblo a través de la pomposidad de sus formas, el caballo que se había seleccionado en Andalucía -fiel reflejo de esa cultura- conseguía crear en su observador esas mismas sensaciones y aumentarlas cuando se ponía en movimiento. De este modo, se seleccionaron sementales de curvas marcadas en todo su cuerpo; en el perfil también incidirá esta idea, imponiéndose por ello el perfil acarnerado como el más idóneo"

YEGUA DE LA YEGUADA OLIVERA. ALCALÁ DE GUADAIRA (SEVILLA)

 La expansión del Barroco y la morfología del caballo español llevaron un camino en paralelo durante siglos: en el caballo español aparecía el perfil acarnerado y este se convirtió en un rasgo significativo en toda la iconografía ecuestre del momento; esto favoreció su proliferación en el pura raza español convirtiéndose en una de las características más representativas de la raza española durante siglos, al ser considerados estos caballos como los más perfectos de los existentes durante este período histórico, su perfil acarnerado influyo decisivamente en la dirección de la selección de muchas de las razas existentes y en otras que nacieron a partir de ese momento: lusitanos, lippizanos, Kladrub, etc.

Durante los últimos años esta teoría de los perfiles, como se ha dicho, ha creado bastante polémica y, lógicamente, han sido dispares las conclusiones a las que han llegado los abundantes estudios que se han realizado. También es cierto que se le ha dado demasiada importancia al perfil e, incluso, se ha querido avalar la pureza del caballo español únicamente por su forma. Posiblemente estas afirmaciones sean fruto de la convicción de que la cabeza es la parte más conservadora del cuerpo del caballo en el proceso de evolución natural. Sin embargo, la realidad es que una de las partes del cuerpo que más se ha modificado en los équidos, junto a las variaciones de manos y pies, ha sido precisamente el cráneo, debido al alargamiento de la mandíbula.

En la actualidad, muchas discusiones se centran en la cabeza porque en ella es donde más variantes se dan por contener diversas características que consideramos  raciales como son el ojo, las orejas, el perfil, el tupe, los carrillos, los ollares y la cara, y que, lógicamente no siempre se manifiestan de la misma forma. La realidad es que  una raza de caballos como la española no la determina solamente el tipo de perfil fronto-nasal sino todas las características que configuran su morfología, aunque la belleza de la cabeza sea primordial para realzar el conjunto.

En medio de esta polémica siempre se acude a la historia para demostrar hechos actuales y lo curioso, en este caso, es que en la Antigüedad nunca se hablaba de perfiles sino del tamaño de la cabeza. Una de las características que más se buscaba para los caballos era una cabeza pequeña como ya lo recomendara Simón de Atenas, Jenofonte (siglo IV a. C), Columella (siglo I) o San Isidoro de Sevilla (siglo VII), entre otros. Incluso tal elección pudo no deberse a una cuestión de estética sino que se conociera que un excesivo peso de la cabeza puede favorecer el desequilibrio del caballo haciéndolo caer sobre los brazos, produciendo el efecto contrario que se quiere conseguir a través de la doma: el aligerarlo. Esta característica era buscada para el caballo español puesto que en las instrucciones dadas al Gobernador de la Raza, en 1567, se pedía que los caballos a conseguir deberían de tener la "cabeza pequeña"

FER BULERÍA, DE LA YEGUADA FERRERO. PALMA DE MALLORCA

FER TEMPRANILLO, DE LA YEGUADA FERRERO. PALMA DE MALLORCA

Toda esta polémica sobre los perfiles tuvo su origen en la asimilación por parte de algunos autores de las teorías sobre las diferencias anatómicas entre grupos humanos que comenzó a finales del siglo XVIII; Carlos Linneo (1704-1778) distinguió a los humanos en cuatro grupos según el tipo de cráneo y, posteriormente, Johann  Friedrich Blumenbach (1752-1840) los diferenció en cinco. La manipulaci6n de estos estudios condujeron, desgraciadamente, a posturas racistas a las que el propio Blumenbach, dándose cuenta del conflicto que había creado, replicaría más tarde:

"No hay un solo carácter tan peculiar y tan universal dentro de los etíopes que no se pueda observar en todos los rincones del mundo y en otras variedades de hombres".

Otros que contribuyeron, a finales del siglo XVIII, a este problema con falsas especulaciones, fue la escuela de Gall y Spurzheim (Alemania y Francia), basándose en que la facilidad para las matemáticas, para el arte, para la música, el amor, etc., se podían localizar en determinadas zonas del cerebro y por lo tanto sus facultades se podían adivinar según la forma del cráneo. Sus teorías estuvieron en boga para justificar determinados comportamientos, incluso, la superioridad de unas razas sobre otras, hasta que fueron desestimadas por la ciencia por especulativas. Pero se habían publicado libros exponiendo esas falsas conclusiones y algunas de sus afirmaciones se mantuvieron vigentes en grupos de la sociedad: las referentes a la localización de determinadas aptitudes en regiones especificas del cerebro. De la forma en la que se presentaron estos estudios se podía deducir que los comportamientos eran directamente proporcionales a las diferencias craneales. Asimismo, se relaciono el tamaño del cerebro con la inteligencia, extrayéndose la consecuencia de que la del hombre tenía que ser mayor que la de la mujer y la del blanco mayor que la del negro. Como se sabe, la realidad anatómica y fisiológica es que el tamaño del cerebro no tiene nada que ver con la capacidad intelectual. Pero la teoría que mas influyo en esa época fue la expuesta por Moleschott según la cual "el cerebro segrega pensamiento como el riñón secreta orina”, y la idea determinista de que todo en la naturaleza, incluido el ser humano, debía ser regulado bajo una teoría del comportamiento. A partir de ese momento se eligió la cabeza como medio diferenciador entre razas y se convirtió en el centro de todas las investigaciones científicas. Pero, desgraciadamente, las conclusiones de estas teorías influyeron decisivamente en los estudios que se realizaron sobre las razas humanas y posteriormente en la de los animales. A finales del siglo XVIII y durante todo el XIX, al ponerse de moda las Conclusiones de Blumenbach y Linneo, aparecieron las primeras manifestaciones Sobre el tipo de perfil ya aplicadas a los caballos y más en concreto al pura raza español. Esto favoreció el uso del sistema de identificación animal por el perfil frontonasal consiguiéndose, a partir de entonces, una mayor uniformidad en esta característica dentro de cada raza, que sería utilizada desde entonces como rasgo diferenciador entre ellas.

HABLADOR, POTRO DE LA YEGUADA MAIPE. CARTAGENA

Aunque estos estudios fueron cuestionados por la ciencia, ni pasaron desapercibidos ni llegaron a olvidarse. El dicho de "habla que algo queda" sirve para clarificar como se llegó a especulaciones de carácter pseudocientífico, que en nada reflejaban la realidad y que no han sido totalmente erradicadas aunque carezcan de base alguna.

A partir de estas correlaciones se elaboro una teoría según la cual se podría  reconocer a los ladrones, violadores, criminales, etc., por la forma del cráneo e, incluso, por su caligrafía.

(…)

JUDIO, SUB-CAMPEÓN DE ESPAÑA (2002) DE LA YEGUADA VILAIRE. PALMA DE MALLORCA

BÉLICO III, DE LA YEGUADA VILAIRE. PALMA DE MALLORCA

Posiblemente, la aceptación de esta teoría de las correlaciones morfológico-conductuales se deba, en parte, a que se presento en el siglo XIX como propietaria de un sólido soporte científico. Esta es la fuente de donde proceden muchos mitos que
fueron introducidos en el pensamiento social, a lo que contribuyo, en este caso, las
novelas de terror de autores famosos. Ejemplo de ello lo tenemos en la novela de
Ágata Christie El adversario secreto:

"El hombre que subía la escalera con paso silencioso era totalmente desconocido para Tommy. Pertenecía evidentemente a la escoria de la sociedad. Las cejas bajas y juntas, la mandíbula criminal, la bestialidad de todo el rostro eran nuevas para el joven, aunque un tipo que Scotland Yard habría reconocido a primera vista".

Y como dice Lewontin Rose, y Kamin en su libro No está en los genes: Crítica del
racismo biológico:
 "Lombroso también lo habría reconocido".

A partir de ese momento todos los estudios sobre razas, tanto de seres humanos como de animales, se basaron en estas teorías y con ello comenzaron las interminables mediciones de cráneos para defender supuestas purezas raciales naturales. Desde que se aplicaron a los équidos, y al caballo español, todos los trabajos de "investigación se encaminaron a descubrir cuál era la verdadera forma del cráneo de nuestro caballo en la prehistoria, porque creían que, una vez localizado, ese tipo perfil conllevaría por correlación la aparición de unas determinadas características morfológicas, y todas proporcionarían la supuesta "pureza morfológica" de la supuesta “pureza morfológica” de la raza española. Por los resultados obtenidos, estas investigaciones a lo único que han conducido es a una extraordinaria pérdida de tiempo.

IDÓNEA, DE LA YEGUADA DE PEDRO PONS, DE PALMA DE MALLORCA

Si se pudiera poner en práctica la teoría definida por estos autores sobre que el caballo español es fruto de la evolución natural, y que mantiene sus formas desde la prehistoria, posiblemente, este caballo ya no existiría porque su imposibilidad para evolucionar lo habría destruido. No olvidemos que el caballo prehistórico era un animal de 40 centímetros de alzada que en nada se parecía al caballo español o a ninguna otra raza. La raza española debe a la evolución su existencia en tanto que son animales componentes de una especie; pero su configuración morfológica no ha dependido de aquella sino que, como raza prefabricada conseguida en la segunda mitad del siglo XVI, debe su morfología a la selección llevada a cabo por el hombre a través de combinaciones de rasgos, entre ellos el perfil, a gusto de su creador Diego López de Haro y, posteriormente, al de los ganaderos y administraciones que lo han regulado. Un caso similar al proyecto de conseguir el caballo español es el del perro Dobermann. que debe sus características raciales a las combinaciones que su creador, Louis Dobermann, hizo durante el periodo de 1834 a 1894 entre distintas razas de perros.

Si tuviéramos que defender que el perfil "más puro" del caballo español es el más antiguo, tendríamos que decir, en contra de los numerosos estudios publicados, que el perfil convexo (acarnerado) es el que representaría la máxima "pureza". Pero esta afirmación, apoyada por la documentación histórica consultada, no lleva implícita la
afirmación de que todos los caballos existentes entonces en la península ibérica tuvieran el perfil acarnerado sino que, para crear la raza española, se seleccionaron caballos y yeguas que presentaban este tipo, porque se pensó que era el más idóneo dentro del contexto cultural y artístico del momento.

VISCUM, DE LA GANADERÍA DE LOS HNOS. CAMACHO BENITEZ, PROPIEDAD DE ROCIO MARCOS. MÁLAGA

Cuando el estilo neoclásico sustituyo al barroco -procedente de Francia, en el siglo XVIII, llegó a España con la instauración de los borbones-, se prefirió la rectitud de formas frente a las ya consideradas vulgares curvas. Esta nueva concepción de la belleza su repercusión no solo en arquitectura, pintura, escultura, vestuario, etc. Sino que también influyó en nuestro caballo. Se comenzó a buscar perfiles más rectos para suavizar las formas convexas que empezaron a no gustar en la Corte. Esto produjo que muy lentamente fuera desapareciendo de la raza española los exagerados perfiles acarnerados, así como su representación en la iconografía. En 1786 Robichón de la Guérinière, desde el nuevo estilo predominante en su época, escribió sobre el perfil de los caballos:

“La perfección de la frente del Caballo consiste en que sea llana (recta), y ancha con proporción”.

Pero en Andalucía, donde había arraigado el estilo barroco con una especial intensidad, llegando a crear el “barroco-andaluz”, seguía gustando las características de este estilo y en los pueblos, más que en la Corte, se mantuvo para los caballos el perfil acarnerado. Por ello, siglos más tarde, seguía apareciendo en Andalucía alusiones a la presencia de este perfil, como la del viajero de nombre Curri que, después de asistir a un concurso de caballos en la Maestranza de Sevilla, sacó la conclusión de que "era esencial en la raza pura la cabeza acarnerada". Y que:

"Los jueces españoles gustan (de) todo lo que nosotros despreciamos en un caballo: no (les) gusta una cabeza recta..."

En el mismo sentido, Thomas Rice describió perfectamente, en el Siglo XIX, cómo era el perfil del caballo español:

"El caballo español tiene una alzada entre 15 y 16 manos (1,50 – 1,60), con una cabeza bastante grande y huesuda con la forma del carnero merino...”

Y es que al comienzo de ese siglo, en Andalucía seguía gustando el perfil acarnerado. El gaditano Francisco de la Iglesia, en 1805, escribió en relación a la cabeza de los caballos:

"Debe ser proporcionada a la talla del caballo, esto es, ni grande ni pequeña, y sobre todo enjuta y descarnada. Las cabezas gruesas y cortas siempre son feas, y las que son largas y delgadas que se les llama cabeza de vieja. Llámese cabeza de carnero, cuando se parece a la de este animal, y es una circunstancia que hermosea mucho a un caballo.

(...) La frente debe tener un ancho proporcionado. Siempre que es convexa, hace que Ia cabeza sea acarnerada, lo que hermosea infinito al bruto".

En cambio, en uno de los documentos gráficos mas cercano al prototipo racial de mediados del siglo XIX de la raza española, el dibujo de un potro de cuatro años nacido en 1853 en la yeguada real, hijo del semental Miño y de la yegua Viajera, el autor del comentario, Hidalgo Tablada, descalifica, desde Madrid, el perfil acarnerado que presenta

"Examinado el conjunto y detalle de ese animal, uno de los premiados en la exposición de 1857, se advierte el defecto de la cabeza acarnerada, y aunque el resto es agradable, se ve que las extremidades son un poco largas, lo cual es defecto del retrato y no de esa casta de caballos".

Pero en ese momento la raza en Andalucía presentaba mayoritariamente perfiles acarnerados. Julián de Soto describe el caballo de mediados del siglo XIX como de:

"Cabeza grande acarnerada, orejas largas, separadas y bajas en su base (...) cuello grueso, espaldas llenas y recta, dorso corto (...) grupa corta y redondeada, extremidades finas, cuartillas largas y oblicuas, y no muy buenos aplomos”.



El rechazo del estilo barroco siguió en aumento y con ello se perpetuaron las descalificaciones hacia este perfil. Algunos autores las fundamentaron relacionando el perfil acarnerado con caballos mestizos, pero la realidad era que ya no gustaba su forma. Se retomaron citas antiguas para tacharlo de pertenecer a razas inferiores por la simple alusión de un escritor árabe del siglo XII:

“Es desechable la nariz aguileña, y por ella es llamado tal caballo; es uno de los defectos que hay en la nariz, el cual lo tienen los caballos de mala casta y los rocines de carga”.



Por ello, ya en el siglo XX, Juan del Castillo, de forma acertada contestó a tanta incongruencia:

“Para deshacer equívocos el gradiente de aproximación extrema desde la subconvexidad máxima hasta la línea próxima a la recta frontal, en nuestro caballo andaluz-español actual y de todos los tiempos, nada tiene que ver con la tan aireada e inoportuna idea de una impureza racial por impregnación, en cualquier época, de sangre aria”

La realidad es que los dos perfiles estaban presentes en la raza española a principios de siglo y ello produjo diversas opiniones. El teniente coronel José María de la Concha consideraba como raza española “a la de origen árabe, caracterizada por el perfil recto y tipo oriental”. Posiblemente esta opinión pudo influir en la decisión adoptada en el Concurso Nacional de Ganados de ese mismo año, en el que se dedicaran las secciones 1ª y 9ª a la “raza española de perfil recto”. A la vez, seis años más tarde Rafael Castejón, catedrático de la Facultad de Veterinaria de Córdoba, afirmaba:

“Firmememente convencidos de que es la línea convexa con sus variantes de subconvexa o ultraconvexa la que se conduce como característica etnogonmónica de nuestra población caballar desecha en su programa ese caballo andaluz de tipo oriental y perfil recto que nunca ha existido”.

La variedad do opiniones sobre el perfil alcanza también al cóncavo. Antes de que éste ultimo perfil se configurara como característico del pura raza árabe, la forma craneal que creaba la convexidad se denominó "cabeza de martillo":

"(Se denomina) Cabeza chata cuando la tiene llana: y cabeza de martillo cuando en lugar de ser convexa la parte baja de la frente es cóncava y hundida"

Si quisiéramos utilizar la pintura como fuente documental podríamos afirmar que tres siglos antes de la opinión de De la Guérinière los perfiles frontonasales de los caballos existentes en España eran variados. Así, en las manifestaciones pictóricas de los indígenas mexicanos en las que exponen su visión de los caballos de los primeros conquistadores se pueden apreciar esa diversidad.

La selección de reproductores con perfiles más rectos, llevada a cabo durante la primera mitad de este siglo, hizo que la frecuencia en la aparición del perfil acarnerado decreciese paulatinamente en cada generación, aumentando los perfiles más rectos. En la actualidad existe una tendencia hacia el perfil subconvexo moderado que favorecerá en un futuro a no muy largo plazo, el aumento de los potros con perfiles acarnerados.

Si el deseo de los ganaderos e instituciones que representan al caballo español es dejar solo un perfil frontonasal, y que el identifique a partir de ahora a la raza, esa decisión debe servir solo, como señala Juan Carlos Altamirano en su libro Historia y origen del caballo español, para "unificar criterios de crianza pero no para caracterizar su pureza". El Reglamento de la raza española permite los dos tipos de perfiles y por ello ninguno de los dos puede ser considerado más ni menos puro. Si el caballo español no hubiera evolucionado y quisiéramos volver al tipo de caballo que presentaba la raza española en sus inicios, cuando se creó en el siglo XVI, tendríamos que aceptar, como se ha señalado, al perfil acarnerado como el de mayor grado de "pureza".



COMPAÑERA DEL AMOR, POTRA DE LA YEGUADA EL AMOR, SALAMANCA.



1.2 Los Ojos

Son varios tipos de ojos los que presenta la raza española pero les une un denominador común: el color oscuro. A través de la historia este último ha sido el color que más ha gustado, así como la forma triangular u ovalada de los mismos que esta prácticamente generalizada, aunque en algunos momentos históricos se prefirieron los redondos. También se rechazaron las cuencas demasiado salientes y las profundas a las que se denomina "cuencas de vieja".

Columella, en el siglo I, desestimaba que en los ojos de los caballos se viera blanco, argumentando que denotaba fiereza. Para De la Guérinière los ojos eran La parte más bella de la cabeza y los describía como debían ser, según su gusto:

"El ojo ha de ser claro, vivo y arrogante, y no grande en demasía ni pequeño, ni tampoco resaltado ni hundido. El Caballo que tiene los ojos grandes y saltados tiene comúnmente el aire triste, y el que tiene los ojos muy pequeños que llaman Ojos de cochino, tiene también un mirar triste...”


DISCRETO DE MONTARCO, POTRO DE LA YEGUADA EL AMOR. SALAMANCA

En la actualidad, algunos mantienen que los caballos que tienen un tipo de ojo que presenta “blanco”, denominado “ojo fiero”, tienen entre sus ascendientes algún caballo de raza árabe. Esta afirmación no debe ser admitida hasta que tal hecho sea demostrado, ya que en todas las razas de animales aparecen rasgos que son propios de heterocigocis y no tienen porque ser consecuencia de mestizaje.

OJOS CARACTERÍSTICOS DEL CABALLO ESPAÑOL
"El rasgo más notable de la evolución y de la historia humana ha sido el mínimo grado de divergencia que existe entre las poblaciones geográficas en comparación con la variación genética entre los individuos”



CHARACTERISIC EYE OF SPANISH HORSE
(…)

Asimismo, se ha afirmado que los ojos oscuros de los caballos de raza española son una consecuencia de la adaptación al abundante número de horas de sol en el sur de la península ibérica. Es la misma teoría que algunos autores han aplicado al ser humano. La interpretación de que los ojos azules se dan con más frecuencia en el norte de Europa debido a la falta de sol y, en cambio, en el sur los ojos de los humanos son negros para defenderse de él son teorías no demostradas que favorecen la confusión. Como se dijo en el primer capítulo, el color del iris es una simple "filigrana" como lo es el grupo sanguíneo que no se debe a ninguna  adaptación. Precisamente, las primeras noticias sobre el color azul en los ojos de caballos que llegaron a la península no procedían del norte sino del sur. Esto sucedió en pleno Califato de Córdoba, en un regalo de dieciocho caballos marroquíes, que ha quedado recogido en los “Anales palatinos del califa de Córdoba al-Hakamm II y en el Muqtabis V de Ibn Hayyan”:

“Con esta carta de este año, Muhammad b. Jazar regaló a an-Nasir (…) dieciocho corceles marroquíes, uno leonado, con crin negra y cola recortada, otro bayo, de ojos azules y cola negra…”


OJOS CARACTERÍSTICOS DEL CABALLO ESPAÑOL


OJOS CARACTERÍSTICOS DEL CABALLO ESPAÑOL

Hoy la raza española se encuentra muy uniformada en cuanto al ojo que de forma generalizada se prefiere grande, negro, de forma triangular y carente de “blanco”; además que no estén ubicados muy cerca de la base de las orejas, porque hace la frente excesivamente grande. Se intenta evitar los tipos denominados saltones, de buey o de cochino. En cuanto al lugar exacto donde deben localizarse también ha existido uniformidad de criterios. (…) Una bonita definición que hizo el marqués de Arellano (s.XVII-XVIII) los describe perfectamente:

Claros, grandes, salidos, negros, rasgados, en figura triangular, alegres, fijos a cualquier objeto, mirando adelante, y las pestañas largas y pobladas”.


TEMPLADO IV, DE LA YEGUADA OAK HILL. LOS ÁNGELES , CA. (US)



1.3 Las orejas

Están constituidas por tres cartílagos en su base en su base y el auricular que forma el soporte del pabellón auditivo. La parte anterior del borde externo debe tener un arqueamiento a todo el largo de la misma, y por el borde interno, una pequeña hendidura cerca de la punta, desaconsejándose que se acerquen en exceso ambas orejas. La parte posterior debe presentar un borde recto desde el nacimiento hasta la parte más alta de la misma y su tamaño debe ser proporcional a la cabeza.


HELENA, DE LA YEGUADA DE FERNANDO ALPRESA. LOS BARRIOS (CÁDIZ)


JAQUIMERO, SEMENTAL DE LAS GANADERÍAS DE PEDRO PONS Y VILAIRE. PALMA MALLORCA

Pero no solo es importante la forma y el tamaño de las orejas sino que también lo es su movilidad por la plástica y el aspecto vivaz que proporciona a la cara.


BIBIANO, SEMENTAL DE LA YEGUADA DE FERNANDO ALPRESA. LOS BARRIOS (CÁDIZ)


La movilidad se debe a los músculos auriculares que permiten su orientación en todas las direcciones, favoreciendo así la extraordinaria audición de los caballos. La importancia que se da a la posición de las mismas se hace patente en la variada terminología ecuestre con denominaciones como: orejas de liebre, en tenazas, gachas, de mulo, inciertas, de cerdo, etc. No obstante, en el caballo español se deben evitar las orejas implantadas excesivamente altas o bajas y las que presentan una pronunciada inclinación hacia atrás.


TEMPLADO IV, DE LA YEGUADA OAK HILL. LOS ÁNGELES, CA. (US)


JABATO LI, DE LA YEGUADA OAK HILL. LOS ÁNGELES, CA. (US)


Las yeguas suelen tener las orejas un poco más grandes que los machos, pero sin que lleguen a desequilibrar en exceso la proporción con la cabeza. No olvidemos, como se ha señalado: que la belleza del caballo español radica no sólo en la adecuación de su morfología sino también en la proporción.


JOCOSA, DE LA YEGUADA DE PEDRO PONS, PALMA DE MALLORCA.


1.4 Los Ollares

Se trata de un carácter morfológico que presenta bastante uniformidad en la raza en la que predomina el tipo medio (de tamaño) y alargado en forma de arco. Sin embargo, en el pasado se prefirieron los ollares redondeados al creer que una mayor abertura de los orificios nasales facilitaría una mejor función respiratoria. Francisco de la Iglesia, caballerizo real, escribió en este sentido, en 1805:

"Las narices o sollares deben ser anchas y bien abiertas, para que el caballo respire con facilidad; y aunque no dependa esta libertad de la abertura de las narices, y sí de la buena constitución del pulmón, sin embargo la simetría que guarda siempre la naturaleza en todas sus partes, hace creer que siendo las narices anchas, también lo serán las fosas nasales y todos los conductos por donde llega el aire al pulmón".


 
OLLARES CARACTERÍSTICOS DEL CABALLO ESPAÑOL


PINTURA DE ESPERANZA VERGARA, SE PUEDE OBSERVAR EL TIPO DE OLLAR DILATADO
CARACTERÍSTICO DEL PURA RAZA ÁRABE.

La tendencia que se ha seguido durante los últimos años en la selección del caballo español es la eliminación de los ollares excesivamente redondeados, denominados nariz de ternera. La explicación más plausible de este hecho puede estar en la pretensión de separar de la raza española características que, como se señaló son propias o que aparecen con bastante frecuencia en otra raza. Algunas personas por querer ir más allá de la lógica que debe existir en la descripción o normativa de la raza española afirman que cuando aparece un caballo español con los ollares redondeados es debido al cruce de sus antecesoras con caballos árabes. Esta afirmación equivale a decir que una persona de piel blanca tiene entre sus ascendientes a personas de piel oscura por el hecho de que presente unos labios voluminosos, el pelo rizado, los ojos negros o los dientes muy blancos. Nuevamente afirmamos que la pureza del caballo español no la determina un rasgo concreto sino un conjunto de características y que, como raza prefabricada, es el hombre el que tiene que decidir cuáles son propias de la misma. Por lo tanto, se le podrá restar puntos en un concurso morfológico al animal que presente otro tipo de ollar, porque realmente esta muy bien definido en el Reglamento el tipo de la raza, pero no se hará, como se ha señalado, aludiendo al mestizaje sin que este se pueda demostrar. Siglos antes de que el primer caballo árabe pisara tierras de la península ibérica ya había en ésta caballos que presentaban ollares redondeados. 
Columella (Siglo I) así lo afirmaba:

"La hermosura del caballo consiste en tener la cabeza pequeña, los ojos negros, las
narices abiertas..."



OLLARES CARACTERÍSTICOS DEL CABALLO ESPAÑOL

Años más tarde cambiaría el gusto y se comenzó a buscar ollares rasgados, como aparece en las palabras de Cubillo:

"La cabeza debe ser ligera; ojos y hollares rasgados...”. 



La tendencia hacia el ollar alargado pudo deberse al gusto de los andaluces por la boca acuminada. Se decía que un caballo debía tener la boca de forma que le permitiera “beber en un búcaro de agua” (vasija de barro con la boca muy estrecha).


1.5  La Boca

Se ha señalado que la característica principal del caballo español es la proporción, y la boca, como es lógico, participa de esta noción.  El léxico ecuestre recoge con diversas denominaciones las formas que suele presentar, considerando más perfecta la que guarda mayor proporción con el tamaño y el tipo de cabeza. Cuando es demasiado larga se denomina boquirrasgada, y si es muy pequeña boquiconejuda.
Sobre la idea de proporcionalidad en relación con la perfección, de la Guérinière escribió:

"Entiéndase pues por buena boca la que no es muy rasgada ni recogida, y cuando estando embridado el Caballo aparece esta parte fresca y llena de espuma; circunstancia que denota en el bruto un buen temperamento. Dícese en este caso que el Caballo se saborea con el bocado ó con la brida”

Los labios deben ser delgados, y sobre ellos decía este mismo caballerizo:

"Los labios demasiado gruesos y carnosos cubren casi siempre los asientos, é impiden su efecto á la embocadura. Esto es lo que se dice –Hacer almohada el Caballo-. Y también –Armarse o defenderse del labio-“.

Y la misma opinión tenía Francisco de la Iglesia, en 1831:

"Los labios deben ser delgados, porque siendo carnosos y gruesos hacen almohada sobre las encías o asientos, y estorban el efecto de la brida".

Es recomendable que el belfo superior asiente sobre el interior adoptando una forma acuminada. Visto de frente el labio superior suele presentar una depresión o hendidura en forma de ángulo entrante que le hace parecer como si lo tuviera partido; el inferior debe estar próximo al superior y nunca colgante, ya que si es así en la raza española es considerado un defecto, salvo en los animales de mucha edad.

El hocico suele presentarse de diversas formas. Cuando termina con forma redondeada se denomina "hocico de ternera" y cuando es excesivamente agudo, "hocico de lechuza". Asimismo se considera defecto, no solo en la raza española sino en otras razas, que la mandíbula inferior sea mucho más corta que la superior originando el defecto denominado "picón". La barba se recomienda quo no termine en forma redondeada sino en un ángulo marcado,  por el que se une al barboquejo, a su vez, debe formar ángulo con el maxilar superior.


El barboquejo

Es, junto a los asientos del caballo, la zona que más contribuye a la suavidad de la boca, ya que es el lugar donde hace efecto la barbada (cadenilla). Se recomendaba para esta parte de la cabeza que tuviera poca carne y pelo porque así ofrecería una mayor sensibilidad.

Cuando un caballo presenta mucha dureza o callosidad en el barboquejo puede tener diversas causas. Entre ellas, que el barboquejo sea muy elevado o muy llano favoreciendo que la cadenilla se apoye en los extremos; otras causas son que el caballo se apoye con exceso en el freno, que la barbada este mal diseñada o mal situada o, como bien dijo de la Guérinière, que el jinete tenga "pesada La mano de la
brida".


La lengua

Lógicamente no es rasgo característico de ninguna raza de caballos el tipo de lengua que pueda tener. Las descripciones hechas en el pasado sobre esta son definiciones de cómo debe ser para facilitar la colocación del bocado y La presión que pueda hacer sobre las barras o asientos. Así, una lengua gruesa que quede por encima de La altura de los asientos no permite que el bocado actúe sobre los mismos, Lo que hace inoperante al bocado, a la vez que se daña por un exceso de presión. Esto Lo afirmaba en 1570 Eugenio Manzanas:

"Ay en los cavallos dos maneras de lenguas que son lengua gorda y lengua delgada. La lengua gorda es aquella que cargando el freno (...) y con ella quita el freno de su natural asiento. La lengua delgada es aquella que con cualquier freno que en ella cargue, se rinde el cavallo, y es delgada (...) y por facil que sea el freno trae la boca fresca, y llena de espuma".

Y casi dos siglos después Francisco de la Iglesia opinaba en idéntico sentido:

"La lengua ha de ser delgada como los labios y estar bien colocada en su caja, porque en este caso hace el bocado el efecto debido sobre los asientos”.

De la Guérinière escribió:

Otras dos cosas feas se hallan en la lengua, y son cuando marchando el bruto la saca por uno u otro lado fuera de la boca, ó la pasa por encima de la embocadura”

Nuestro léxico recoge ambos defectos. Para el primero utiliza la denominación de lengua “pendiente” y para el segundo la de “serpentina”.


Dientes

Ya vimos en el apartado 1.2 la evolución que se produjo en la mandíbula de caballos, modificación que fue experimentada por la totalidad de la especie. Por ello, posiblemente, no existen diferencias entre las dentaduras de las distintas razas.

Es más fácil encontrar variantes en las mandíbulas que en los dientes. Los carrillos deben ser descarnados y proporcionados al tamaño de la cabeza, pues un exceso de
volumen produciría el defecto de "empastado", afeando la cabeza del caballo e incluso perjudicando a una buena colocación del cuello, si este no es Lo suficientemente largo y elevado. Son numerosos los tratados editados sobre anatomía equina y en la mayoría de ellos se recomienda que deben ser proporcionadas. Entre ellos el del marqués de Arellano que aconsejaba:

"Las quijadas deben ser descarnadas y no muy cerradas ni tampoco muy abiertas, porque muy abiertas contribuyen a que bajen el pico demasiado o encapoten mucho los caballos (...) Y muy cerradas, dificulta embridarlos bien, por lo que naturalmente sacan el pico y despapan".

Y De la Guérinière afirmaba:

"Deben ser los dos huesos que componen la quijada poco carnosos en lo exterior: entiéndase a cada lado de la mandíbula inferior; y el hueco que forman dichos huesos que es la parte que toca a las fauces, ha de estar bien abierto y libre para que el caballo pueda con facilidad colocar como debe la cabeza”.

Los caballos que no colocan adecuadamente la cabeza levantándola excesivamente se denominan “estrelleros” y cuando la colocan por detrás de la vertical, “encapotados”.


4.6 La cara

Es la zona comprendida entre la frente, la parte alta de los ollares y los maxilares o carrillos.

Los caballos españoles tienen en general la cara descarnada, por lo que el hueso nasal se aprecia que es más estrecho y marcado que en otras razas; hueso que, con cierta frecuencia, presenta una hendidura longitudinal.


YEGUA DE LA GANADERÍA DE JUAN BAUTISTA GÓMEZ. MADRID


GADITANA, DE LA GANADERÍA DE JESÚS BALLESTEROS. CARCABUEY (CÓRDOBA)


El autor anónimo del manuscrito Pintura de un Potro encontrado en la biblioteca del duque de Osuna (siglo XVII?) al definir su ideal de cabeza para los caballos coincidía en parte con el gusto actual:

“La cara ha de ser larga,  derecha, angosta, lisa, descarnada, que vaya en disminución hasta el hocico, y que sea delgada y sin vuelta, derecha hasta la boca, que ha de ser rasgada..."



SEMENTAL DE LA GANADERÍA DE FRANCISCO TALAVERA. MÉXICO

YEGUAS DE LA GANADERÍA DE MIGUEL A. DE CÁRDENAS. ÉCIJA (SEVILLA)

EN CONSTRUCCIÓN